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CARLA ROMERO

CAPITULO II. EL PROBLEMA DEL VALOR CUALITATIVO

La concepción económica de Marx aunque tiene aspectos comunes con la teoría económica clásica, dista bastante la una de la otra. En la teoría clásica (Smith) avance tecnológico y aumento de productividad están ligados a la división del trabajo, y ésta es fruto de la evolución humana y de la propensión al cambio. Para Marx esta relación no está tan clara, puesto que opina que esta concepción no es más que una de las tantas otras en que puede presentarse la economía, y además liga inseparablemente el cambio social a la división del trabajo. Marx niega categóricamente que la división del trabajo tenga que estar vinculada necesariamente al cambio, es decir, que la producción de mercancías no es la forma universal de la actividad económica. Aquí es donde aparece la distinción entre lo que son valores cuantitativos, representados por la teoría clásica, y una mezcla entre los valores cuantitativos y cualitativos, que sería la teoría de Marx y en donde se manifiestan las distintas relaciones entre productores como elementos de cambio de la realidad, entre ellos las relaciones sociales.

 

En este capítulo, se distingue entre varios conceptos importantes en la teoría de Marx, los cuales se indican a continuación:

 

Distinción entre valor de uso y valor de cambio: valor de uso estaría ligado al ámbito cualitativo, mientras que el valor de cambio al ámbito cuantitativo. El valor de uso en Marx estaría completamente excluido de la economía política, al concebirlo fuera de la relación social, mientras que el valor de cambio refleja una sociedad donde el valor social de los productos se mide por su valor de cambio. Para Marx, lo importante de esto, es que los productos han sido producidos por el trabajo humano, y por tanto en este sentido, valor de cambio refleja no sólo el producto en sí (valor de uso), sino que refleja también el cómo ha sido producida, es decir, por hombres y a través de la división del trabajo y con medios de producción privados.

 

Trabajo y valor: El trabajo tiene dos aspectos, uno correspondiente al valor de uso y otro al valor de la mercancía que produce. El trabajo útil es el trabajo representado por el valor de uso y el valor de una mercancía representa el gasto de trabajo humano en general. Marx dice que el trabajo es la sustancia del valor, considerándolo como algo abstracto. Todo trabajo es gasto de fuerza humana, y eso es lo que da el valor de uso a una mercancía.

 

Trabajo Abstracto: Antes que Marx, otros ya habían definido lo que es trabajo en general, como Adam Smith (actividad productora de riqueza), por lo que Marx partió de la teoría clásica y la adaptó. El trabajo es abstracto en tanto que se pasan por alto todas las características especiales que distinguen una clase de trabajo de otro. En el sistema capitalista, el trabajo se concibe de tal forma que se convierte en una forma de crear riqueza y se deja de desarrollar junto con el individuo en un destino particular. A través de la reducción de trabajo a trabajo abstracto, se puede observar que lo importante es el volumen total de trabajo, lo que determina la fuerza de la sociedad productiva.

 

La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor: Una mercancía parece, en sí misma, un objeto elaborado. Pero lo que encierra es la materialización de trabajo abstracto, ha absorbido parte de la fuerza de trabajo total. Parece, por tanto, que tiene poco que ver con el análisis cuantitativo, pero en realidad para llegar al análisis cuantitativo hace falta entender el valor cualitativo.

La teoría ortodoxa utiliza el análisis cuantitativo para determinar el valor de cambio de los productos. Pero si medimos el producto en función del tiempo utilizado, la significación del valor como medida cuantitativa toma forma. Para Marx “La magnitud del valor expresa... la conexión que existe entre cierto artículo y la parte del tiempo total de trabajo de la sociedad que se requiere para producirlo.” La tarea central de la teoría del valor cuantitativo surge de esta definición del valor como magnitud.

 

El carácter fetichista de las mercancías: A menudo existe una relación remota y desnaturalizada entre la producción de mercancías y las relaciones sociales que yacen por debajo de la producción. Marx define esto como fetichismo de las mercancías, que sería la unión entre producto (mercancía) y el trabajo del hombre, toda vez que este trabajo se adhiere a los productos, y por tanto son inseparables de la producción de mercancías. Sólo desde los siglos XVII y XVIII podemos encontrar esta mercantilización de las relaciones sociales, pues en periodos anteriores, cuando las relaciones de producción tenían un carácter personal directo, la materialización de las relaciones sociales era imposible. Esta materialización se produce cuando la producción de mercancías adquiere un desarrollo alto, y una difusión tan grande, que domina la vida de la sociedad. Llegados a este punto los seres humanos no son más que instrumentos.

 

La materialización de las relaciones sociales ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento económico tradicional, al menos en dos aspectos importantes. El primero es haber considerado las categorías de la economía capitalista como las únicas válidas. Esto sería inhabilitar las concepciones anteriores, correctas en su contexto histórico, y sólo concebirlas como modelos erróneos. Se conduce a taxonomía ahistórica y estéril. El segundo, la atribución de poder independiente a las cosas no es en ninguna más clara que en la división tradicional de los “factores de producción” en tierra, trabajo y capital.

 

Apartándose de la economía política en sentido estricto, la forma de producción de mercancías es un velo impecable para tapar la verdadera intención de la sociedad capitalista. Todos parecen en igualdad de condiciones, pero el obrero no observa como se encuentra en inferioridad ante el monopolio de los medios de producción y, en realidad, explotado por otros. Todo se mantiene estable mientras el salario recibido por la mano de obra sea satisfactorio para el trabajador.

 

 

 

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